Emigrar...
- Abril Guardado Arechiga
- 3 sept 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 sept 2019
Creí que no lo iba a lograr, el estar tan llena de pendientes y cosas que hacer antes de que se llegará la fecha me daba un toque de seguridad pensando que quizá si aún había algo inconcluso la fecha se aplazaría.
Pero creo que él único que no perdona es el tiempo, pasa sin dar tregua y a todos y todas nos alcanza. Sabía que el 29 de junio estaba marcado en mi calendario pero, siempre había algo que hacer antes de que llegará, hasta que llegó y lo único que pude hacer fue no huir y hacerle frente a la realidad.
En nuestro idioma no creo que exista una palabra que explique lo que se siente emigrar, hay muchas cartas y escritos que dicen que es estar dividido, que es saber que una parte de tu corazón está en otro lugar del mundo. Dicen también que significa ser valiente, que significa una mejor vida. Gracias a Dios mi situación no es la de millones de migrantes centroamericanos que huyen de sus hogares porque ahí es justo donde corren mayor riesgo, mi situación es muy distinta, es una migración consiente, llena de esperanzas y sueños y con mucha esperanza.
Hoy 29 de junio, no puedo evitar sentir el corazón triste. Había estado conteniendo todas mis emociones muy bien, hasta que ya no pude y por intervención divina me tocó rendirme. Empecé a sentir tristeza, nostalgia y a hacer berrinche. Empecé a frustrarme por no tener TODO, empecé a descargar esta confusión tan grande que trae consigo lo incierto, a sentir que llorar sin saber realmente porque y a querer abrazar cada rincón de mis espacios, tan pero tan míos.
Quería traer conmigo todo, lo más que se pudiera al menos, desde los aretes más simples hasta los vestidos más elegantes, mientras me decía a mi misma “por sí se ofrece” hasta que llegó el momento que me tocó aceptar que no me puedo llevar todo, que me tengo que llevar lo suficiente y que allá a donde voy a encontrar lo necesario porque siempre me voy a tener a mí.
Debo confesar que despedirme de Sophia mi sobrina fue lo más difícil.

Ella tan chiquita y tan maravillosa, tan pequeñita y tan llena de amor. Si existen las conexiones que trascienden el tiempo y el espacio creo que ella y yo somos así, que no importa en que parte del mundo nos encontremos o en que plano de la realidad vivamos, vamos a estar juntas y siempre nos vamos a reconocer. Pero, parece que a las dos nos toca aprender a soltar y a dejar ir, a abrazar la tristeza de las despedidas y a crecer, a saber que el amor puede viajar miles de kilómetros y que en un mundo tan “conectado” como el nuestro podemos seguir juntitas.
Se que todo esta justo donde tiene que estar y que me toca trabajar en aceptar, pero en esta ocasión no se trata de aceptar porque no hay de otra o porque esa es la condena y el sacrificio que toca. Hoy, la aceptación viene acompañada de mucha fe.
Fe en que Sophia va a estar bien y que aunque mi ego me diga otra cosa, ella va a ser feliz aún cuando yo no esté cerca, fe en que mis papás van a estar bien también y que no necesitan que yo esté ahí mostrándoles el camino o aligerándoles la vida, fe en que aún cuando no estás presenta las amistades siguen y rompen fronteras, fe en que todo fluye conmigo, sin mi y a pesar de mi.
Fe en que el rumbo que tomo es el correcto y que aunque dejo una gran parte de mi corazón y mi alma repartida entre tantas personas, me sigo teniendo entera para mi. Fe en que cada día me acercó más a esa versión que tanto he buscado de mi y que estoy siguiendo el llamado de mi alma.
Aún con este nudo en la garganta, el estomago apretado, la mandíbula tensa y exhausta tengo Fe en que cada Fragmento de Abril va ocupando el espacio que debe y que así es perfecto. Los planes y los tiempos de Dios son perfectos.
Comments